«El estudiantado costarricense durante el proceso de solicitud y adjudicación de las becas mexicanas de 1921 en el contexto de la política exterior mexicana»
El 5 de febrero de 1917 se promulgó la actual Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la cual acentuó el conflicto entre dicho país y el gobierno estadounidense alrededor de la nacionalización de los recursos del subsuelo contemplada en el artículo 27 constitucional. A partir de entonces, Centroamérica fue considerada como una zona estratégica dentro de la política exterior mexicana y se diseñaron diversos mecanismos para ganar adeptos en la región que le permitieran hacer frente a las conflagraciones orquestadas por los Estados Unidos. Como parte de dichos mecanismos, se procuró crear vínculos con el estudiantado, ya que, según el entonces delegado mexicano Juan de Dios Bojórquez, los estudiantes “conseguirían un mayor acercamiento con los pueblos centroamericanos pues hacían la mejor propaganda de México en el extranjero.”
Fue así como en setiembre de 1921 y en el marco de los centenarios de las independencias de América Central, el gobierno mexicano de Álvaro Obregón asignó un total de 60 becas (o pensiones, como se les llamó en la época) que se distribuyeron entre Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica (12 becas para cada país). Al respecto, son dos los aspectos que le otorgaron un carácter inédito a dichas ayudas económicas. Para el caso de Costa Rica, no se había registrado un concurso con tal número de becas ofrecidas por un gobierno extranjero. Por otro lado, José Vasconcelos, entonces Secretario de Educación Pública de México, estipuló que la selección de los “bequistas” se debía efectuar a través de un plebiscito entre los estudiantes de educación secundaria y superior.
Estas condiciones explican las expectativas mostradas durante el mes de febrero de 1922 (periodo de solicitud y adjudicación de las pensiones), ya que un número importante del estudiantado costarricense acudió a la Biblioteca Nacional para inscribirse al concurso, recorrió las principales ciudades del Valle Central en búsqueda de votos y esperó con ansias los resultados finales. Para ser más específico, un total de 1932 estudiantes emitieron su voto entre más de doscientos candidatos y candidatas. Evidentemente, las becas mexicanas despertaron un gran interés en la juventud costarricense. Y no fue para menos, ya que, en ausencia de un centro universitario, el número de carreras que ofrecía la educación superior en Costa Rica era muy limitada.
En relación con lo anterior, resulta llamativo que el Congreso de la República de Costa Rica agregara 5 becas nuevas para aquellos estudiantes interesados en estudiar Medicina e Ingeniería Agrícola en México, lo que demuestra el interés del Estado costarricense por estas dos disciplinas. Fue así como se otorgaron un total de 17 ayudas distribuidas de la siguiente manera: 5 de Medicina, 4 de Ingeniería Agrícola, 2 de Química Técnica, 2 de Ingeniería Mecánica, 2 de Aviación, 1 para la Escuela Nacional de Bellas Artes y 1 para el Conservatorio Nacional de Música. Pese a tales resultados, el proceso de selección y adjudicación no estuvo exento de críticas que provinieron de diversos sectores de la sociedad.
La mayoría de las opiniones desfavorables identificadas se orientaron hacia el plebiscito estudiantil como forma de selección de los beneficiados. En este sentido, se hace referencia a que los estudiantes, “por su corta edad y su reducida capacidad, no podrán hacer la elección de los bequistas con el mismo acierto y la misma amplitud de criterio que las personas adultas, prestigiadas e ilustradas y relacionadas con los importantes asuntos de la educación pública.” Esta percepción se complementó con la preocupación de que el método de selección designado por las autoridades mexicanas daría como resultado que las pensiones se adjudicaran a los estudiantes más populares y no “lo mejor de lo mejor” de la comunidad estudiantil.
Hasta el momento, el programa de becas mexicanas de 1921 ha sido el primer caso donde el estudiantado costarricense tuvo un peso importante en la definición de un programa de becas internacionales. Por dicha razón, las críticas fueron recurrentes y provinieron de actores vinculados con la función pública, como algunos diputados del Congreso y miembros del Magisterio, que tradicionalmente elegían a los y las jóvenes bequistas. Es decir, se evidencia una reacción frente a un desplazamiento del poder de elección, que dio como resultado un ataque a la juventud.
Por tal motivo, el acercamiento hacia el proceso de solicitud y adjudicación de las pensiones mexicanas trasciende los límites de lo meramente diplomático: nos muestra a un grupo de la juventud costarricenses dispuesta a superar los límites de los Estados-nación con tal de cumplir sus propósitos académicos. De esta manera, un rasgo importante de este proceso, más allá de la geopolítica, radica en tomar en cuenta la experiencia de los y las estudiantes y la forma en cómo fueron visualizados por las autoridades.
En otros trabajos profundizaremos en el análisis de los logros y desaciertos de los diferentes actores involucrados en los programas de becas, para visibilizar la experiencia de los costarricenses en los planteles educativos mexicanos, así como el retorno de dichos estudiantes a su lugar de origen. Esto porque la movilidad estudiantil hacia el exterior estuvo vinculada con una serie de determinantes que permiten identificar la relación entre la dimensión nacional e internacional del proceso.
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