Una visión desde la asociación y el conflicto

Hacer la historia del homicidio en la provincia de Heredia, Costa Rica, entre 1885 y 1915 permite reconstruir aspectos de la vida social herediana en una perspectiva “desde abajo”. La reconstrucción de los homicidios cometidos en esa provincia inicia con la recreación de los pueblos heredianos en esos años, acercándose a cómo estos van transformándose en un medio de un paisaje agrario y cómo lentamente, en una mezcla de ruralidad, desarrollo económico y cambios infraestructurales, van asumiendo nuevas funciones, concentran habitantes y se convierten en centros de poder en los que conviven personas honestas y otras estigmatizadas desde quienes tienen el poder y ejercen el control social. En los pueblos heredianos convivía gente honesta, policías, jueces, autoridades gubernamentales, ebrios, tahúres, prostitutas, delincuentes consuetudinarios y ocasionales, quienes construyen entre sí una trama social. Era una sociedad que va transformándose y no solo materialmente, porque también cambian las mentalidades en medio de un proceso mucho más amplio: la construcción del estado nación costarricense.

En el libro queda claro que se da una transformación en la actitud delictiva. En la medida en que se consolida y difunde un nuevo concepto de propiedad privada, van disminuyendo los delitos contra la vida humana y aumentan los delitos contra la propiedad privada. Surgen cambios en la legislación y se prioriza la vida como sujeto jurídico a proteger y eso se palpa en los casos denunciados ante el Juzgado del Crimen herediano. Ante la acción conjunta de diversos mecanismos de control y de la propia ciudadanía, se genera un proceso de morigeración de las costumbres y eso se muestra en la cotidianidad provinciana. Llegados a 1915, la mentalidad de los heredianos era más proclive a pleitear que a asesinar.  Nuevos valores se habían asumido en estos años, entre ellos la revaloración de la vida, revaloración que surgió ante el temor que podía implicar el castigo que curas, policías o jueces podían imponerles. Esto fue recreando en la ciudadanía, no en toda, pero si en su mayoría, una actitud más prudente y morigerada a la hora de enfrentar a su enemigo, lo que no impidió que, luego de tensiones acumuladas a veces durante muchos años, los rivales se enfrentaran y uno acabara con la vida del otro.

En esta obra se desmenuzan los homicidios denunciados en una forma pormenorizada, los lugares, los días y horas peligrosas, en los cuales aquellos que tienen disputas con alguien se resguardan de salir y si lo hacen el miedo está dentro de sus carnes, lo que no impide que muchas veces se fragüe el crimen. Se estudian las armas utilizadas, las heridas infringidas. En un lejano oeste herediano, se es contundente a la hora de herir y de matar, se escogen las armas según la hora del día, la traición, la saña, la premeditación y la alevosía salen a relucir. Se establece cuáles fueron los órganos más afectados y la contundencia con que los agresores culminaron su acción. En esta parte se trata de reconstruir la materialidad del crimen. Se pasa luego a analizar quienes son los actores de los delitos y se reconstruye la trama social existente entre ellos, se les da un rostro y se les descubre como seres humanos, se enuncia cómo el homicidio es un momento más en una cadena de enfrentamientos que tiene una historia y una trama social detrás de sí. Asociación y conflicto saltan a la palestra y se demuestra cómo en torno al conflicto en general y en el homicidio en particular, el pueblo se cohesiona y se divide alrededor de quienes se enfrentan.

¿Cuáles son los móviles que explican los homicidios estudiados? ¿Qué provoca que en una sociedad como la herediana de esos años una serie de personas que conviven en un mismo espacio lleven su enfrentamiento hasta las últimas consecuencias? Los móviles son muchos y muy variados. Sobresalen en el listado la defensa de la propiedad privada, la venganza y la ebriedad. La presencia del primero, deja claro cómo se había afincado en la mentalidad provinciana el concepto de propiedad privada; el segundo es una señal de la trama social y su ejecución muestra lo enconado de las mismas; mientras que el tercero denota la presencia del alcoholismo en Heredia.  El cruce de la variable “móviles del delito” con otras como la traición, la alevosía, revelan lo agudo de la confrontación dada. El estudio de los móviles del homicidio se cubre de un mayor interés para quien investiga, puesto que a través de estos se llega a descubrir un espectro sumamente amplio en donde se aprehenden valores y actitudes de los hombres y de las mujeres de la Heredia de ayer. Valores, actitudes y conductas que hoy parecerían triviales pero que, en aquellos momentos, llevaron a quien se sintió mancillado a defender su vida, su honor o sus posesiones.

El estudio se cierra con el análisis de las actitudes que toman las victimas que llegan a sobrevivir el ataque inicial. Se enuncian sus denuncias y las de sus adversarios y se ve como el conflicto ha tenido un proceso: existe una causa, se gesta un conflicto, la pugna se acentúa entre los actores en el espacio pueblerino, esta es conocida, se verbaliza; la comunidad se asocia y divide, desemboca en un homicidio, intervienen las autoridades y el conflicto vuelve a ser verbal solo que ahora con la intervención de letrados y autoridades y la participación de estos a favor de victimas e inculpados queda bien reflejado en los expedientes ubicados en el Archivo Nacional de Costa Rica. En las páginas finales del libro se evidencia cómo se mancomunan los intereses de la comunidad y los mecanismos de control, y cómo se pone rápidamente la denuncia, se inicia el proceso y se dictamina. Una vez cometido el crimen, dado lo reconocido de la disputa, la justicia actúa con prontitud. El estudio de las deliberaciones y de los fallos es muy interesante. Finalmente se indica qué porcentaje de los acusados son condenados, qué penas se les aplican y sobre todo cuáles fueron los móviles más penados y quiénes fueron los que recibieron los castigos más fuertes.

El estudio es minucioso y detallado, invita a reflexionar sobre lo necesario de reconstruir espacios y tramas sociales muy concretas. Busca aplicar teorías, métodos y técnicas aplicados en estudios desarrollados en otras latitudes, sobre todo de la Europa Occidental y ver qué tan útiles son a la hora de analizar, en este caso, la criminalidad dada en Heredia en el tránsito de los siglos XIX y XX. El trabajo realizado permite, desde la realidad herediana, desechar o asumir algunos de los postulados de esos trabajos y también enriquecer sus horizontes, sobre todo en lo metodológico. En fin, en este estudio se humaniza a actores que han sido ocultados o estigmatizados desde la misma historia, por lo que su lectura, además de hacer visibles aspectos inéditos de la historia herediana, puede motivar el desarrollo de nuevos estudios de esta naturaleza y, por qué no, también permite reflexionar sobre el presente.