Reflexiones a partir del libro colectivo El verdadero anticomunismo. Política, género y Guerra Fría en Costa Rica (1948-1973), editado por Iván Molina Jiménez y David Díaz Arias

En 1989 cayó el muro de Berlín y, con ese acontecimiento simbólico y real, la Guerra Fría llegó a su final. El fin de ese período del siglo XX, tradicionalmente comprendido como un conflicto entre dos potencias (la URSS y los Estados Unidos), también significó la desclasificación de documentos y archivos, especialmente en el mundo soviético.

Con la caída del muro, floreció entonces una corriente de estudios historiográficos preocupados por analizar la Guerra Fría. Más recientemente, esos estudios han subrayado la importancia de descentrar el análisis de aquel periodo, prestando mayor atención a sus vivencias desde la “periferia”, mediante nuevas fuentes, nuevos enfoques teóricos y nuevas metodologías de investigación, que no pierden de vista el contexto global.

Bajo este marco analítico, la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia publicó recientemente El verdadero anticomunismo: política, género y Guerra Fría en Costa Rica (1948-1973), editado por Iván Molina Jiménez y David Díaz Arias, dos historiadores que emprendieron la tarea de organizar el primer seminario de estudio histórico de la Guerra Fría en Costa Rica y de editar luego ocho estudios históricos que establecen conexiones entre nuestro país y el contexto global indicado.

Aunque en el pasado algunos historiadores costarricenses mencionaron el contexto de la Guerra Fría al analizar diversas temáticas, los estudios recuperados por Molina Jiménez y Díaz Arias hacen propias las más recientes tendencias de la historiografía internacional y por eso logran posicionar este libro como el primero de su tipo producido en el país. Se trata de estudios que se enfrentan a este contexto con una visión descentrada, pues al mirar más allá de Washington y Moscú como actores determinantes, superan la tradicional visión centro-periferia, que comprendería a Costa Rica como un receptor pasivo de influencias internacionales y no como un agente histórico en un mundo ideológicamente dividido, pero políticamente conectado. ¿Cómo supera este libro esa visión tradicional?

Al estudiar los asesinatos del Codo del Diablo, Silvia Molina Vargas ofrece insumos para comprender cómo la muerte de seis presos políticos, luego de la Guerra Civil de 1948, fue una desesperada afrenta en contra del comunismo de la que Costa Rica no logró escapar; al contrario, en el escenario del mandato de 18 meses de la Junta Fundadora de la Segunda República, personas ligadas con ese gobierno dieron una dura lección a los militantes de izquierda, quienes en toda América Latina experimentarían una larga proscripción electoral y una violenta persecución por sus ideas políticas.

Eugenia Rodríguez Sáenz analiza las agrupaciones de mujeres que, en la posguerra costarricense, moldearon identidades políticas en un momento en que las mujeres del mundo entero consolidaban sus derechos electorales y en Costa Rica creaban organizaciones para consolidar el derecho al voto femenino, mediante discursos permeados por la maternidad y la polarización política, frente a la que tomaron posturas disímiles pero decididas.

El anticomunismo fue el protagonista de las campañas electorales de la década de 1950. Así lo estudia Manuel Gamboa Brenes, quien evidencia cómo la etiqueta de “comunista” fue el arma verbal más eficiente en la descalificación de quienes buscaron la presidencia del país, cuando el comunismo era imaginado como el mayor peligro del mundo occidental.

Esa amenaza también se materializó en discursos que utilizaron el miedo como herramienta para hacer política en 1955, cuando Costa Rica se enfrentó a una incursión militar que, como lo demuestra Alexia Ugalde Quesada, formó parte de un contexto de violencia que se prolongó durante la posguerra y que vislumbró amenazas nacionales e internacionales.

El verdadero anticomunismo: política, género y Guerra Fría en Costa Rica (1948-1973), está en venta en las librerías de la EUNED: http://www.uned.ac.cr/euned/euned/book/U08975

Pero el comunismo no solamente fue combatido discursivamente. Marcelo Nigro Herrero explora el Movimiento Costa Rica Libre, una organización paramilitar creada por empresarios nacionales con el apoyo del gobierno, que nació en la Costa Rica de inicios de la década de 1960 para combatir el comunismo con las armas, frente al “peligro” que significó la Revolución Cubana para Centroamérica, en sus relaciones con los Estados Unidos.

En esa Costa Rica profundamente anticomunista permaneció John F. Kennedy por tres días en 1963. En esa visita, estudiada por Díaz Arias, el país no solo se posicionó en el centro de la convulsa Guerra Fría, sino que se hicieron evidentes las limitaciones del antiimperialismo cultivado desde años atrás por los comunistas, frente a una población encantada con ese carismático huésped que caló en el nacionalismo y fue reclamado como costarricense.

República Dominicana, su golpe de Estado y la intervención de los Estados Unidos entre 1963 y 1966, fue el proceso analizado por Alejandro Bonilla Castro, quien se acerca a la incursión militar y discursiva de Costa Rica frente a ese escenario del Caribe, acciones justificadas en razón de que esta Isla no se transformara en una “segunda Cuba”.

Este argumento, en boca de los Estados Unidos, motivó el golpe de Estado de 1973 en Chile, estudiado por Molina Jiménez, para analizar cómo ese evento fue ampliamente discutido y condenado en Costa Rica; a pesar de tratarse del derrocamiento de un gobierno de izquierda, la opinión pública, los medios de comunicación e intelectuales costarricenses privilegiaron una posición cercana a la preservación del orden democrático, amenazado por la profunda polarización política de la década.

Así, la labor editorial de Molina Jiménez y Díaz Arias es renovadora. Ofrece una visión de la historia política y del poder de la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX, desde sus múltiples aristas. Esta nueva visión es una valiosa colaboración entre investigadores senior e investigadores junior que se alejan del nacionalismo metodológico y establecen conexiones con el amplio contexto global que caracterizó la Guerra Fría.

Estos estudios abren una nueva agenda de investigación y permiten nuevas lecturas del pasado; son trabajos que se acercan al estudio de procesos de vividos por generaciones de costarricenses, para quienes la historia es ellos mismos, sus memorias y los pasados vividos con temor e incertidumbre en esa Costa Rica que se construyó como “pacífica” durante la segunda mitad del siglo XX, pero que como evidencian estos estudios, no le dio la espalda a la agitada Guerra Fría que experimentó América Latina.

Esta agenda de investigación se presenta como otro capítulo de la historia de Costa Rica, que intenta establecer conexiones con amplios contextos regionales, para así deprenderse de las fronteras nacionales, ese centro que la dominó y que la hacía considerarse excepcional.